Thalía abre el diálogo compartiendo cómo, en un momento de crisis existencial, a pesar de su fama y éxito, sintió un vacío profundo. Durante ese tiempo, comenzó a hacer una búsqueda más significativa y personal. Relata cómo, aunque creció en un entorno familiar con creencias religiosas, nunca había experimentado una conexión espiritual verdadera hasta que, en su adultez, se sintió llamada a acercarse a Dios. Empezó a orar con más intención y eso, según ella, fue lo que cambió su vida radicalmente. Experimentó una paz interna que nunca había sentido antes y, poco a poco, descubrió el poder transformador de una relación cercana con Jesús. Thalía describe cómo ese encuentro espiritual fue un punto de inflexión en su vida, ya que le permitió encontrar consuelo y claridad en medio de la confusión emocional. Para ella, la presencia de Dios se volvió muy real y tangible, llevándola a crecer no solo espiritualmente, sino también en su comprensión del propósito de la vida.
Marcos Witt, por su parte, complementa la experiencia de Thalía explicando que este tipo de encuentros espirituales son parte de un proceso. No se trata de un evento único o mágico, sino de un viaje que cada persona vive de manera distinta. Witt subraya la idea de que la relación con Jesús es algo que se construye con el tiempo, y que es necesario hacer espacio para que Dios trabaje en la vida de uno. Ambos están de acuerdo en que la fe no elimina los problemas, pero sí brinda una fortaleza interior para enfrentarlos con esperanza y paz.
Thalía también toca el tema de cómo este despertar espiritual afectó su perspectiva de vida, ayudándola a priorizar las cosas realmente importantes. Comenta que su conexión con Dios ha influido positivamente en sus relaciones personales, especialmente con su familia. Para ella, la fe es algo dinámico y vivo, que sigue alimentando día a día.
En el video, tanto Thalía como Witt enfatizan la idea de que la relación con Dios es profundamente personal y que, aunque las personas pueden compartir su fe, cada uno debe encontrar su propio camino hacia Jesús. Hablan de la importancia de la comunidad, la oración y el estudio bíblico como formas de mantener viva esa relación, pero también señalan que el verdadero cambio ocurre en el corazón y la mente de cada persona.
El diálogo es inspirador, lleno de reflexiones sobre cómo, en medio de los desafíos de la vida, la fe en Dios se convierte en una fuente de estabilidad y propósito. Thalía finaliza compartiendo que, aunque sigue aprendiendo y creciendo en su fe, su relación con Jesús ha sido el mayor regalo y guía en su vida.