Las dificultades son parte de la vida. A veces, nos encontramos con obstáculos que parecen insuperables. Los comentarios de las personas que nos apoyan, aunque bienintencionados, pueden aumentar la presión que sentimos para salir adelante. Intentamos asomar la cabeza, pero nos vemos reabsorbidos por el problema. Pedimos ayuda, pero no siempre la encontramos, y las exigencias de los demás pueden empeorar la situación.
Sin embargo, siempre hay una luz que nos guía. Esa luz es Cristo. Siempre podemos acudir a él, encontrar refugio a sus pies. No debemos permitir que los problemas nos desanimen. La luz de Jesús siempre brillará para guiarnos. No estamos solos, él está con nosotros. No nos carga con más peso, sino que nos libera de nuestras cargas y nos da una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Ánimo, no estás solo. Sigue adelante con la confianza de que Dios te acompaña en cada paso del camino.