Es importante tener en cuenta que no estamos en este mundo para agradar a la gente, sino para dar testimonio al mundo. Sin embargo, esto no significa que tengamos que comportarnos de una forma para que la gente nos escuche. A menudo, cuando vemos a diferentes tipos de personas, ponemos ciertas etiquetas o pensamos cosas que no tienen nada que ver con su verdadera naturaleza. Es importante recordar que cada persona tiene su propia historia y que no debemos juzgar sin conocerla.
Por ejemplo, cuando vemos a una persona que lleva una Biblia y canta música rap, podemos pensar que es lo peor, pero en realidad está llevando el mensaje de salvación. O cuando vemos a un albañil, podemos hacerle el fuchi y sentir asco al darle la mano, pero en realidad está trabajando arduamente para sacar adelante a su familia. También es común que critiquemos a las personas tatuadas y las cataloguemos como delincuentes, sin ver más allá de las imágenes que dañan su cuerpo. Sin embargo, muchas de estas personas sólo quieren servir a Dios y llevar su mensaje al mundo.
Asimismo, es común criticar a las mujeres que se visten de forma provocativa, cuando en realidad no conocemos su situación. Debemos tener cuidado con lo que sale de nuestra boca, ya que lo que decimos refleja lo que hay en nuestro corazón. Todos somos creados por Dios de una forma única, con características diferentes, y debemos estar contentos como somos. Aunque es importante cuidar nuestra salud y hacer ejercicio, hay cosas que no podemos cambiar y debemos aceptarnos tal como somos.
Es crucial entender que el pecado no está en ser diferente a los demás, sino en no tener a Jesús en nuestro corazón. No importa lo que nos digan, debemos seguir a un Dios que rige nuestra vida y le da sentido. No debemos tratar de complacer a personas ignorantes y alejadas de Dios que viven en la mediocridad de la religión. Debemos acabar con la idea de que si alguien no es como nosotros, entonces no es un verdadero cristiano. Debemos tener cuidado con lo que decimos y recordar que sólo hay una verdad por la que vivimos: Dios.