Para mí, lo que no cambio es mi fe en Jesús. Desde que Él llegó a mi corazón, ha transformado mi tristeza en alegría. Él ha sido mi amigo cuando lo he necesitado, mi abrigo cuando tenía frío y mi sanador en momentos de dolor. Aunque a veces me alejaba de Él, Él siempre abría la puerta y me dejaba entrar.
Jesús siempre está con nosotros, incluso cuando no lo conocemos. Siempre cuida de nosotros, y su amor nunca nos abandona. Él es el único que ha dado su vida por nosotros en la cruz, sufriendo todo el dolor y la humillación por nuestros pecados. Pero gracias a su sacrificio, tenemos la salvación y la vida eterna.
Jesús no nos juzga y perdona nuestros pecados, arrojándolos al mar. Por todo esto y mucho más, no lo cambiaría por nada en el mundo. Él es mi Señor y Salvador, el que me ha redimido y restaurado mi vida. Le agradezco por todo y sé que Él es lo único que no cambiaré por nada