La semana pasada estaba de luto por la supuesta muerte de un familiar, mi tío. A pesar de que él no era la mejor persona, ya que era arrogante, idolatra y alcohólico, su muerte nos sorprendió. Él solo iba a la iglesia los domingos para cumplir con Dios, pero un día inesperado la muerte lo encontró. Durante su velorio, algo increíble sucedió: resucitó. Pero lo más impactante fueron las palabras que pronunció: "El que cree en mí, aunque muera, vivirá". Él habló de Jesús y de su amor por todos nosotros, y nos pidió que lo siguiéramos. Desde entonces, mi tío vive feliz en Cristo, sin tener que beber ni fumar, porque el amor de Dios lo llena.

Esta experiencia nos enseña que no es necesario ver a Jesús cara a cara para saber que nos ama. Él nos lo demostró con su sacrificio en la cruz y lo podemos leer en la Biblia. Solo debemos aceptarlo, seguirlo y así podremos pasar de la muerte a la vida.

En resumen, podemos recordar lo que dice 2 de Corintios 5:13: "Si estamos locos, es para Dios; y si estamos sobrios, es para ustedes".