En la escuela, experimentamos momentos buenos, regulares y malos. Por ejemplo, cuando nos peleamos con nuestros amigos y nos sentimos tristes y solos, o cuando reprobamos una materia y nuestros amigos se burlan de nosotros en lugar de apoyarnos. Lo mismo ocurre con nuestra relación con Dios, cuando nos comportamos de forma orgullosa y esperamos que Él nos busque, o cuando fracasamos en las pruebas que Él nos pone para graduarnos como hijos de Dios, porque solo usamos nuestra lengua para criticar en lugar de alabarlo.
Lamentablemente, el 60% de las personas que dicen seguir a Dios reprueban estas pruebas y se quedan estancados en un nivel básico de fe. Esto se debe a que son tibios, hipócritas, cobardes y hablan demasiado. Como resultado, no avanzan en su relación con Dios y se quedan atascados en un ciclo interminable de pruebas extraordinarias.
Aunque en la vida secular tengas una educación avanzada y una gran carrera, esto no es suficiente para Dios. Es importante que también te prepares espiritualmente y tengas un "doctorado" en tu relación con Él.
Cristo murió por nosotros en la cruz y nos perdonó todos nuestros pecados para que pudiéramos tener una buena relación con Él. Pero, si en lugar de eso, tenemos un 10 en religiosidad, crítica, maldad, idolatría, mentiras, ateísmo, vicios y todo lo que no agrada a Dios, entonces nuestro promedio con Él es cero, lo que significa que hemos reprobado. Si hemos reprobado con Dios, debemos tomar cursos de recuperación en el infierno. ¿Cuál es tu promedio con Dios?