En Efesios 1:4-5 dice: "En él, Dios nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad". Este versículo nos muestra que Dios nos escogió por amor y con un propósito, no por nuestras propias habilidades o méritos.
Aunque podemos sentirnos indignos o incapaces, debemos recordar que Dios nos equipa y nos fortalece para cumplir su plan. En 2 Corintios 12:9, Pablo dijo que cuando se sentía débil, entonces era fuerte en Cristo, porque su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
Por lo tanto, no debemos temer cumplir la misión que Dios nos ha encomendado. En Mateo 28:19-20, Jesús dijo a sus discípulos: "Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado". Esta es la tarea que Dios nos ha dado: predicar el evangelio y hacer discípulos.
En conclusión, ser elegido por Dios no es una tarea fácil, pero es una oportunidad única para cumplir el propósito por el cual fuimos creados. Debemos confiar en su gracia y poder para hacerlo, y no negarnos a la tarea que nos ha sido encomendada. Recordemos que el tiempo es corto y que la salvación de muchas almas depende de nuestra obediencia y compromiso con Dios.