LA TARJETA | Reflexión

El término "tarjeta" puede ser entendido como un pedazo de cartulina o una tarjeta de crédito, pero en este contexto se refiere a una presentación que solo Dios puede otorgar. No cualquiera puede obtenerla comprándola en la calle, y es considerada algo raro para aquellos que no la tienen. Esta tarjeta no es visible a simple vista, pero cuenta con beneficios como la autenticidad, la singularidad y la capacidad de reflejar algo que tal vez uno no vea pero que los demás sí noten. Con esta tarjeta, uno tiene una gran responsabilidad, ya que Dios la otorga con una gran misión que solo uno puede llevar a cabo. Sin embargo, tener esta tarjeta no hace a uno más o menos que los demás, lo que implica mantener los pies en la tierra.

El único problema con esta "tarjeta" es que no se puede usar para los planes de Dios. Si se usa para uno mismo o para los demás, puede causar problemas. Aunque muchos anhelan tener esta tarjeta, lo que sería más beneficioso es ser auténtico, pensar por uno mismo y no juzgar a las personas por su apariencia física.

Si uno quiere obtener esta "tarjeta", la única forma es aceptando a Cristo como su único y suficiente salvador. Dios nos dice en su palabra: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33).

En cuanto a la afirmación final de "si la vida normal es pecar, entonces yo soy un anormal", es importante recordar que todos hemos pecado y fallado ante Dios (Romanos 3:23). Pero a través de la fe en Jesús como nuestro salvador, podemos ser perdonados y vivir una vida conforme a su voluntad y propósito para nosotros

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